Cuba exhibe índices de vacunación anticovid formidables. Fue el primer país en inmunizar a su población pediátrica vacunable y ello ha marcado un hito no solo para la nación del Caribe, sino para el mundo que hoy mira a Cuba y a esa estrategia de vacunación que colocó en el centro a todas las personas, incluidos a sus niñas y niños.
Del esfuerzo y los impresionantes resultados de este proceso en edades pediátricas que protagonizan instituciones científicas y de Salud cubanas desde el pasado año, dieron testimonios en la Mesa Redonda los doctores en Ciencias Vicente Pérez, director general del Instituto Finlay de Vacunas, Verena Muzio, directora de Investigaciones del CIGB y la Dra. Lissette López González, directora nacional de Pediatría.
Al iniciar el programa, la Dra. Lissette López González, recordó que la pandemia constituyó para ellos un reto importante, ya que no se calculó que esta enfermedad tuviera un impacto tan grande en este grupo etario.
“El primer caso pediátrico se conoció el 21 de marzo del año 2020. El enfrentamiento a la enfermedad pudiéramos dividirlo en tres momentos. En el año 2020 tuvimos unos 1 300 casos, pero en el año 2021 se dio un vuelco en la incidencia en la población infantil ya que tristemente los casos se incrementaron y en los meses de julio, agosto y septiembre llegamos a tener más de 5 000 casos activos”, rememoró.
Así mismo dijo que en este periodo se llegó a tener más de 500 niños en unidades de cuidados intensivos.
López González reconoció lo importante que fue “adelantarse en los tiempos” a la pandemia. “En el 2022 el panorama ha cambiado gracias al impacto de la vacunación, lo que permitió no solo salvaguardar su salud, sino que estos retomaran su vida en las escuelas y evitaran el internamiento”.
“Cuando supimos de las vacunas para los niños fue como si hubiésemos revivido. Para nosotros fue una explosión de alegría, de satisfacción y de fe”, concluyó.
Más adelante, el Dr. Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Finlay de Vacunas reflexionó cómo en Cuba existe más de un 96% de adherencia a la vacunación pediátrica. “Todos los cubanos tienen el derecho de vacunarse o no. Mi hija nació en medio del brote de meningitis B y había un alto riesgo de contagio y de muerte. El hecho de que Cuba desarrollara la vacuna fue una de las cosas más motivacionales en nuestro trabajo. Hemos vivido a grandes brotes de enfermedades”.
En otro momento recordó que la vacuna Soberana 02 por su diseño es una vacuna pediátrica, “su plataforma era esa pero por la necesidad que había de inmunizar a los adultos se prueba en ellos. Al comprobarse su eficacia en los adultos y la experiencia acumulada en el uso de vacunas conjugadas, pudimos avanzar más rápidamente en los ensayos clínicos para demostrar la seguridad y la inmunogenicidad en los niños”.
Recordó además que el 4 de septiembre de 2021 se aprobó el autorizo de uso de emergencia para el empleo de Soberana 02 en niños de 2 a 18 años; mientras que el 5 de septiembre se inicia la campaña nacional de vacunación en Cienfuegos.
“Por toda la evidencia científica que poseíamos se decide inmunizar todo este rango etario. Fue muy emocionante poder vacunar a niños menores de 10 años y ver que era una vacuna muy segura y que no provocaba efectos adversos. Con la combinación de Soberana 02 y Soberana Plus se lograron inmunizar entre 1.6 y 1.7 millones de niños con más de 5 000 000 de dosis con solo 350 efectos adversos locales”.
Precisó también que se vacunaron los miles de niños convalecientes, lo que eleva la cifra de inmunizados a 1 800 000, luego del autorizo de Soberana Plus como dosis única de refuerzo. “Esto nos permitió llegar al inicio del curso con todos nuestros niños vacunados”.
Para Verena Muzio González, directora de Investigaciones Clínicas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), “estar representando a numerosas personas que durante todo este tiempo han trabajado con mucho amor a los demás y en especial a los niños es un honor”.
Dijo que en el CIGB, además de en las vacunas pediátricas, durante la COVID-19 hemos estado enfrascados en la obtención de otros medicamentos que se utilizan en la población pediátrica como son el interferón, los heberones y el nasalferón; y en aquellos niños que llegan a condiciones más delicadas de salud, el péptido Jusvinza.
Señaló la experta el hecho de desarrollar la vacunación masiva primero en adultos en nuestro país, hizo que en el momento que comenzó la vacunación pediátrica existía un nivel de circulación del virus fuera diferente a cuando comenzó la vacunación en adultos. “Es una contribución indirecta pero importante para las condiciones del momento en que se comenzaron a vacunar los niños y llevar a cabo la inmunización pediátrica que fue el colofón de la estrategia de vacunación cubana, con el uso de Soberana mayoritariamente, y para lograr el control de la enfermedad en el país”, señaló.
“Nosotros obtuvimos también el autorizo de uso de emergencia pediátrico luego de todos los aspectos de rigor que son necesarios presentar a la autoridad reguladora, en el mes de octubre. Ello fue también una fortaleza para nuestro país, el poder tener más de una vacuna y de esta forma comenzar los programas de vacunación, en este caso con Soberana que estuvo lista primero”, explicó Muzio González.
No obstante—agregó la entrevistada— en el caso de la vacuna Abdala, ya desde el mes de septiembre se habían trazado estrategias con el Ministerio de Salud Pública para poder comenzar la inmunización en los menores de más edad, de grados terminales que fueron los que primero comenzaron la escuela.
Más de 330 000 dosis en esta población se correspondieron con la vacuna Abdala, dijo.
Mencionó además que con la vacunación a las embarazadas, también Abdala tiene una incidencia sobre la población pediátrica.
Destacó que no solo en Cuba se ha tenido el disfrute de Abdala, sino que un país hermano como Nicaragua llegó a aplicar más de 3.7 millones de dosis en población pediátrica. “Es una evidencia de cómo el desarrollo de las vacunas cubanas no solo beneficia a la población cubana, sino que se aplican también fuera”, refirió.
Recordó que para cumplir con las exigencias regulatorias, el CIGB desarrolló dos estudios clínicos en pediatría: el Ismaelillo en Camagüey, que fue la base fundamental para el autorizo de uso en emergencia pediátrico, y Meñique, en La Habana. Entre ambos estudios se incluyeron 1295 niños, de los cuales 791 (3-11 años) y 504 (12 y 18 años), lo cual permitió tener una población muy caracterizada en términos de la seguridad y la respuesta inmune.
El inmunógeno mostró una elevada seguridad, con eventos fundamentalmente de carácter local, ligeros y transitorios sin mayores consecuencias ni repercusión para los niños, dijo.
En relación a la inmunogenicidad, señaló que desde el primer estudio se apostó por comparar cómo se comportaba la respuesta inmune en los niños vacunados en relación con los adultos más jóvenes que habían sido evaluados previamente (19 a 29 años). “Se obtuvieron respuestas inmunes superiores a las de los adultos, tanto en el grupo de 3 a 11 años como en el de 12 a 18 años”.
De igual forma sucede, en los niños de 3 a 5 años que mostraron significativamente mayores títulos de anticuerpos que los adultos, porcentajes de inhibición superiores y anticuerpos neutralizantes iguales que los adultos. Ello quiere decir que mientras nos movemos a etapas iniciales, la respuesta sigue siendo muy satisfactoria, dijo.
Similar ocurrió en el estudio Meñique donde se compararon los grupos de 3 a 11 años con el de 12 a 18 años, y nuevamente los más pequeños presentaron una respuesta de anticuerpos e inhibición superior a los más grandes, precisó Muzio González.
Esto nos ofrece en materia de inmunogenicidad elementos para la estrategia que estamos proponiendo de seguir bajando en las edades, añadió la especialista.
“Teniendo en cuenta estos resultados, que han sido entregados a la autoridad reguladora, como vacuna Abdala hemos trazado una estrategia de qué quisiéramos proponer en los niños menores de dos años. En ese sentido hemos trabajado en la solicitud de autorizo de uso de emergencia para que se extienda a partir de un año de edad. Tenemos el autorizo a partir de los dos años y estamos pidiendo que se amplíe”, sostuvo.
La directora de Investigaciones Clínicas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología dijo que en los menores de un año habría que realizar ensayos clínicos, pues se trata de lactantes y requiere una evaluación clínica tal como se ha hecho para otras vacunas pediátricas que se han desarrollado.
En tanto para los niños más cercanos al nacimiento, señaló que está en curso un ensayo en cuatro instituciones de La Habana para estudiar qué paso con esas embarazadas que recibieron la vacunación durante la gestación, pero también con sus bebés al nacer. En ese estudio tenemos 317 niños incluidos y madres donde además de la seguridad estamos evaluando la respuesta inmune y su duración, pues es conocido que la madre transfiere anticuerpos a su bebé a través de la placenta.
Consideró que Abdala es una vacuna que puede insertarse en las estrategias del Programa Ampliado de Inmunización. “Nos basamos en la experiencia del CIGB que al igual que el Instituto Finlay de Vacunas es una institución que desde hace 30 años trabajamos también en el desarrollo de vacunas pediátricas y para adultos. La decana nuestra es la vacuna contra la Hepatitis B que este año cumple sus tres décadas en el mes de octubre de ser introducida en el Programa Nacional de Inmunización. Este es el primer producto biotecnológico que reciben los niños, que se van de las maternidades con su primera dosis contra la Hepatitis B”, dijo.
Señaló que además el CIGB ha trabajado de conjunto con el IFV, y hoy produce la vacuna cubana contra el Haemophilus influenzae tipo b Quimi-Hib; y también cuenta entre su arsenal biotecnológico con la vacuna pentavalente que protege contra cinco enfermedades, incluida la hepatitis y el Haemophilus.
“Todos estos elementos, además de la plataforma tecnológica de Abdala que es la misma que la de la Hepatitis B, nos hacen pensar que podemos incluirla en el Programa de Inmunización. Abdala es una vacuna que usó un diseño igual al de Hepatitis B que ha demostrado ser útil para lactantes, adolescentes, adultos, para todas las edades con una misma plataforma tecnológica”, dijo.
Agregó que aspiran a poder insertar la vacuna Abdala en la estrategia de los primeros 1000 días de la vida, los más importantes dentro de la vida de una persona, los cuales van desde la concepción hasta el nacimiento, el primer año de vida y el segundo.
En los minutos finales, la Dra. Lissette López González, directora nacional de Pediatría dijo que si tuviera que resumir el impacto de la campaña de vacunación en los niños en una palabra, sería “Gracias”, que recoge todo lo que la ciencia ha logrado también en la reducción de los números de contagios.
“Para la pediatría la campaña de vacunación ha sido como una segunda campaña de alfabetización, porque nos enseñó a minimizar y reducir la vulnerabilidad de los niños ante esta enfermedad, redujo el número de casos, desde el último trimestre del año pasado no tenemos fallecidos por covid en esta población; una campaña en la que los niños se han sentido soberanos, martianos y se han sentido protegidos en un país donde tienen esa garantía”, sostuvo la especialista.
Destacó la confianza de la familia cubana, de sus niños, adolescentes, jóvenes y adultos en ir a vacunarse. “Incluso los niños más pequeños que corren si se les va a inyectar una penicilina han puesto su hombro con muchísima dignidad y alegría. Les damos las gracias a todas las familias, que han sido muy importantes en esta tarea, a ambas instituciones y al país, porque los niños hoy son mucho más felices gracias a las vacunas”, dijo.
El Dr. Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Finlay de Vacunas apuntó que en la ola de ómicron la incidencia en el mundo es 10 veces superior que en Cuba. “Si se compara la incidencia en Cuba de esta ola, nos vamos a encontrar que es la décima parte de la ola de delta, es decir 10 veces menos casos, un 90% de reducción”, indicó.
Agregó que no ha existido en Cuba un incremento en la incidencia en población pediátrica con ómicron, a diferencia de lo que ocurre en el mundo en países con similar cobertura de vacunación, pero que sin embargo tienen poca cobertura en la población infantil. El factor fundamental que está haciendo la diferencia es la vacunación masiva pediátrica, que se estima puede impactar entre un 60-75% en reducir la incidencia general. Es posible que sea eso lo que estemos viendo, subrayó.
“Nos adelantamos, vacunamos a la población pediátrica porque necesitábamos que volvieran seguros a las escuelas, pero no nos imaginábamos que íbamos a ser el único país del mundo que enfrentaría ómicron con toda su población pediátrica vacunada y que íbamos a poder ver realmente el impacto de la vacunación pediátrica en el tamaño de la incidencia de toda la enfermedad. Ello da la medida de que vacunar a esta población no es solo cuestión de proteger a los niños sino de proteger a la población en general”, concluyó.